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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Viernes, 08 de julio de 2022.

1. Reflexión

+ La aprueba de las pruebas,

El abandono absoluto – la desesperación.

Cuando el alma sale victoriosa de las pruebas anteriores, aunque quizás tropezando, pero sigue luchando y con profunda humildad clama al Señor: Sálvame porque perezco. Y está todavía en condiciones de luchar.

Ahora una terrible oscuridad envuelve al alma.  El alma ve dentro de si solamente pecados.  Lo que siente es terrible.  Se ve completamente abandonada de Dios, siente como si fuera objeto de Su odio y se encuentra al borde de la desesperación.  Se defiende como puede, intenta despertar la confianza, pero la oración es para ella un tormento todavía mayor, le parece que empuja a Dios a una mayor ira.  Está colocada en un altísimo pico que se encuentra sobre un precipicio.

El alma anhela fervientemente a Dios, pero se siente rechazada.  Todos los tormentos y suplicios del mundo son nada en comparación con la sensación en la que se encuentra sumergida, es decir, el rechazo por parte de Dios.  Nadie la puede aliviar.  Ve que se encuentra sola, no tiene a nadie en su defensa.  Levanta los ojos al cielo, pero sabe que no es para ella, todo está perdido para ella.  De una oscuridad cae en una oscuridad aún mayor, le parece que ha perdido a Dios para siempre, a ese Dios que tanto amaba.  Este pensamiento le produce un tormento indescriptible.  Sin embargo no se conforma con eso, intenta mirar al cielo, pero en vano; eso le causa un tormento todavía mayor.

(47) Nadie puede iluminar tal alma si Dios quiere mantenerla en las tinieblas. Este rechazo por parte de Dios ella lo siente muy vivamente, de modo terrorífico.  De su corazón brotan gemidos dolorosos, tan dolorosos que ningún sacerdote los puede comprender si no lo ha pasado él mismo.  En esto el alma padece todavía sufrimientos por parte del espíritu maligno.  Satanás se burla de ella:  Ves, ¿seguirás siendo fiel?  He aquí la recompensa, estás en nuestro poder.  Pero Satanás tiene tanto poder sobre aquella alma cuanto Dios permite:  Dios sabe cuánto podemos resistir.  ¿Y qué has ganado por haberte mortificado?  ¿Y qué has conseguido siendo fiel a la regla?  ¿A qué todos estos esfuerzos?  Estás rechazada por Dios.  La palabra “rechazada” se convierte en fuego que penetra cada nervio hasta la médula de los huesos.  Traspasa todo su ser por completo.  Viene el momento supremo de la prueba.  El alma ya no busca ayuda en ninguna parte, se encierra en sí misma y pierde de vista todo y es como si aceptara este tormento de rechazo.  Es un momento que no sé definir.  Es la agonía del alma.  Cuando ese momento empezó a acercarse a mí por primera vez, fui liberada de él en virtud de la santa obediencia.  La Maestra de novicias al verme se asustó y me mandó a confesarme; pero el confesor no me entendió, no experimenté siquiera una sombra de alivio.  Oh Jesús, danos sacerdotes con experiencia.

Cuando dije que experimentaba en mi alma tormentos del infierno, me contestó que él estaba tranquilo por mi alma, porque veía en mi alma una gran gracia de Dios.  Sin embargo yo no comprendí nada de eso y ni un pequeño rayo de luz penetró en [mi] alma (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, Diario, 98-99).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de cuidar nuestra paz interior bajo la Luz del Espíritu Santo.
  • Oremos por los que se sienten abandonados por Dios y que no creen en su Infinita Misericordia para que triunfen en ellos las promesas del Señor.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Encontrar mi refugio en el Sagrado Corazón de Jesús ante las perturbaciones de este mundo inquieto.     

4. Oración Final:

¡Oh Jesús, que eres el amigo de mi corazón, tú eres mi único refugio y mi único descanso. Tú eres mi salvación en medio de las tempestades de la vida, mi tranquilidad en medio de las perturbaciones del mundo. Tú eres mi calma en las tentaciones; mi sustento en las horas de desesperación; mi victoria en la lucha por el advenimiento de tu Reino. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO!

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«Y no hay alma que no tenga el deber de orar,  porque toda gracia fluye por medio de la oración»  (Diario 146).


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