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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Jueves, 04 de Agosto de 2022.

1. Reflexión

Cuando me sumerjo en la Pasión del Señor, a menudo en la adoración veo al Señor Jesús bajo este aspecto: después de la flagelación los verdugos tomaron al Señor y le quitaron su propia túnica que ya se había pegado a las llagas; mientras la despojaban volvieron a abrirse sus llagas.  Luego vistieron al Señor con un manto rojo, sucio y despedazado sobre las llagas abiertas.  El manto llegaba a las rodillas solamente en algunos lugares.  Mandaron al Señor sentarse en un pedazo de madero y entonces trenzaron una corona de espinas y ciñeron con ella la Sagrada Cabeza; pusieron una caña en su mano, y se burlaban de Él homenajeándolo como a un rey.  Le escupían en la Cara y otros tomaban la caña y le pegaban en la Cabeza; otros le producían dolor a puñetazos, y otros le taparon la Cara y le golpeaban con los puños.  Jesús lo soportaba silenciosamente.  ¿Quién puede entender, su dolor?  Jesús tenía los ojos bajados hacia la tierra.  Sentí lo que sucedía entonces en el dulcísimo Corazón de Jesús.  Que cada alma medite lo que Jesús sufría en aquel momento.  Competían en insultar al Señor.  Yo pensaba ¿de dónde podía proceder tanta maldad en el hombre?  La provoca el pecado.  Se encontraron el Amor y el pecado  (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 408).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de ser verdaderos testigos del amor del Señor que dio su vida por nosotros.
  • Oremos por  los matrimonios en crisis, por las familias desunidas, por los enfermos.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Vivir siempre en la presencia del Señor.     

4. Oración Final:

Oh Creador y Señor mío, aquí tienes todo mi ser.  Dispón de mí según Tu divina complacencia y según Tus designios eternos y Tu misericordia insondable.  Que cada alma conozca cuan bueno es el Señor; que ninguna alma tenga miedo de tratar con el Señor. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 440).

 

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«Y no hay alma que no tenga el deber de orar,  porque toda gracia fluye por medio de la oración»  (Diario 146).


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