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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Martes, 11 de octubre de 2022.

1. Reflexión:         

11 X 1933 – jueves. Procuré hacer la Hora Santa, pero la empecé con gran dificultad.  Algún anhelo comenzó a desgarrar mi corazón.  Mi mente quedó ofuscada de manera que no lograba entender las formas simples de las plegarias.  Y así pasó una hora de oración o más bien de lucha.  Decidí orar otra hora, pero los sufrimientos interiores aumentaron.  Una gran (120) aridez y un gran disgusto.  Decidí orar durante la tercera hora.  En esa tercera hora de plegaria que decidí hacer arrodillada sin ningún apoyo, mi cuerpo empezó a reclamar un descanso.  Sin embargo yo no cedí nada.  Extendí las manos en forma de cruz y sin pronunciar una palabra, seguí así con un acto de voluntad.  Un momento después me quité el anillo del dedo y pedí a Jesús que mirara ese anillo que es el símbolo de nuestra unión eterna y ofrecí al Señor Jesús los sentimientos del día de los votos perpetuos.  Un momento después sentí  que una ola de amor empezaba a inundar mi corazón.  Un repentino recogimiento del espíritu, el silencio de los sentidos, la presencia de Dios penetra al alma.  Sé únicamente que estamos Jesús y yo.  Lo vi, bajo la misma apariencia que [tenia] cuando lo vi en el primer momento después de los votos perpetuos, cuando también hacía la Hora Santa.  Jesús se presentó delante de mí inesperadamente, despojado de las vestiduras, cubierto de llagas en todo el cuerpo, con los ojos llenos de sangre y de lágrimas, la cara desfigurada, cubierta de salivazos.  De repente el Señor me dijo:  La esposa debe asemejarse a su Esposo.  Entendí estas palabras en profundidad.  Aquí no hay lugar para ninguna duda.  Mi semejanza a Jesús debe realizarse a través del sufrimiento y la humildad.  Mira lo que ha hecho Conmigo el amor por las almas humanas, hija Mía; en tu corazón encuentro todo lo que Me niega el número tan grande de almas.  Tu corazón es un descanso para Mí, muchas veces guardo las gracias grandes para el fin de la plegaria (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 268).

2. Súplicas:  

  • Pidamos  la gracia de hacer de nuestros corazones el lugar de descanso para el Rey de Misericordia.
  • Oremos por los que viven bajo la esclavitud de los vicios y por los que rechazan la gracia del Señor.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

Oración: 

Oh dulcísimo Maestro mío, oh buen Jesús, Te doy mi corazón y Tú modélalo, fórmalo según Tu agrado.  Oh Amor inconcebible, abro el cáliz de mi corazón ante Ti, como un capullo de rosa se abre al frescor del rocío; el perfume de la flor de mi corazón es conocido sólo por Ti. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (Diario, 1064).

3. Propósito del día:

Ser constante en la oración.