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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Jueves, 21 de julio de 2022.

1. Reflexión

(37) + Cuando fui a la adoración, sentí la cercanía de Dios. Después de un momento vi a Jesús y a María.  Esta visión llenó mi alma de alegría y le pregunté al Señor:  ¿Cuál es Tu voluntad, Jesús, en esta cuestión en la que el confesor me ordena preguntar?  Jesús me contestó:  Es Mi voluntad que esté aquí y que no se dispense a sí mismo.  Y pregunté a Jesús si estaba bien la inscripción:  “Cristo, Rey de Misericordia”, Jesús me contestó:  Soy Rey de Misericordia, y no dijo “Cristo”.  Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección.  Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia.  A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de Mi misericordia.

Sucedió que, tal y como el Señor había pedido, el primer acto de veneración a esta imagen por parte del publico [68] tuvo lugar el primer domingo después de Pascua. Durante tres días la imagen estuvo expuesta en público, y recibió la veneración pública porque había sido colocada en Ostra Brama, en un ventanal, en lo alto, por eso se la veía desde muy lejos.  Durante esos tres días en Ostra Brama fue celebrada con solemnidad la clausura del Jubileo de la Redención del Mundo, el 19 centenario de la Pasión del Salvador.  Ahora veo que la obra de la Redención esta ligada a la obra de la misericordia que reclama el Señor (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 88-89).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de confiar en la poderosa intercesión de la Virgen María.
  • Oremos por los drogadictos, los que están privados de su libertad, por las mujeres maltratadas y por los enfermos que han perdido la esperanza.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Encontrar mi refugio en el Corazón de María Santísima.     

4. Oración Final:

Oh Jesús mío, Te ruego por toda la Iglesia: concédele amor y luz de Tu Espíritu, da poder a las palabras de los sacerdotes para que los corazones endurecidos se ablanden y vuelvan a Ti, Señor.  Señor, danos sacerdotes santos; Tu Mismo consérvalos en la santidad. Oh Divino y Sumo sacerdote, que el poder de Tu misericordia los acompañe en todas partes y los proteja de las trampas y asechanzas del demonio, que están siendo tendidas incesantemente para [atrapar a] las almas de los sacerdotes.  Que el poder de Tu misericordia, oh Señor, destruya y haga fracasar lo que pueda empañar la santidad de los sacerdotes ya que Tú lo puedes todo. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 1052).

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«Y no hay alma que no tenga el deber de orar,  porque toda gracia fluye por medio de la oración»  (Diario 146).


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