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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Lunes, 25 de julio de 2022.

1. Reflexión

Una vez deseaba mucho acercarme a la Santa Comunión, pero tenia cierta duda y no me acerqué. Sufrí terriblemente a causa de ello.  Me parecía que el corazón se me reventaría del dolor.  Cuando me dediqué a mis tareas, con el corazón lleno de amargura, de repente Jesús, se puso a mi lado y me dijo:  Hija Mía, no dejes la Santa Comunión, a no ser que sepas bien de haber caído gravemente, fuera de esto no te detengan ningunas dudas en unirte a Mi en Mi misterio de amor.  Tus pequeños defectos desaparecerán en Mi amor como una pajita arrojada a un gran fuego.  Debes saber que Me entristeces mucho, cuando no Me recibes en la Santa Comunión.

+ Por la noche, al entrar en la pequeña capilla, oí en el alma estas palabras: Hija Mía, considera estas palabras: y sumido en la angustia, oraba más tiempo.  Cuando empecé a reflexionar más profundamente sobre ellas, mucha luz me iluminó que de tal fatigosa oración depende a veces nuestra salvación (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 156 -157).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de orar en todo momento con confianza.
  • Oremos por las almas del Purgatorio, por las intenciones de la Virgen María y para consolar ambos Corazones.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Reflexionar sobre lo que significa «comulgar cada vez que voy a misa».    

4. Oración Final:

O Oh Jesús, Amigo del Corazón solitario, Tú eres mi puerto, Tú eres mi paz, Tú eres mi Única salvación.  Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas.  Tú eres el rayo brillante que ilumina el sendero de mi vida.  Tú eres todo para el alma solitaria.  Tú comprendes al alma, aunque ella permanezca callada.  Tú conoces nuestras debilidades y como un buen medico consuelas y curas, ahorrándonos sufrimientos, como un buen experto. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 247).

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«Y no hay alma que no tenga el deber de orar,  porque toda gracia fluye por medio de la oración»  (Diario 146).


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