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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Miércoles, 09 de noviembre de 2022.

1. Reflexión:         

+ Durante el Adviento se despertó en mi alma un vivo deseo de Dios. Mi espíritu anhelaba a Dios con toda la fuerza de su ser.  En aquel tiempo el Señor me dio mucha luz para que conociera Sus atributos.

El primer atributo que el Señor me dio a conocer, fue Su Santidad.  Esta Santidad es tan grande que delante de Él tiemblan todas las Potencias y todas las Fuerzas.  Los espíritus puros encubren sus rostros y se sumergen en adoración permanente, y la única expresión de su adoración sin límites es Santo… La Santidad de Dios es derramada sobre la Iglesia de Dios y sobre cada alma que vive en ella pero no en grado igual.  Hay almas completamente divinizadas, pero hay también almas apenas vivas.

El segundo atributo que el Señor me dio a conocer, fue Su Justicia.  Su Justicia es tan grande y penetrante que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y delante de Él todo se presenta en desnuda verdad, y nada podría continuar subsistiendo.

El tercer atributo fue el Amor y la Misericordia.  Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia.  El une la criatura al Creador.  El amor más grande y el abismo de la misericordia los reconozco en la Encarnación del Verbo, en Su redención, y de esto entendí que éste es el más grande atributo de Dios. (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 180). 

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de ponernos en el camino de la santidad con confianza en el Señor que nos invita a seguirlo.
  • Oremos por los que no creen en la vida eterna, por los hermanos separados y por los ateos.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

Oración: 

Oh Jesús mío, ahora procuraré el honor y la gloria de Tu Nombre,  luchando hasta el día en que Tu Mismo me digas:  Basta.  A cada alma que me has confiado, oh Jesús, procuraré ayudarla con la oración y el sacrificio, para que Tu gracia pueda obrar en ella.  Oh gran Amante de las almas, oh Jesús mío, Te agradezco por esta gran confianza, ya que Te has dignado confiar estas almas a nuestro cuidado. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amen ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (Diario, 245). 

3. Propósito del día:

Renunciar a toda actitud que me impide aspirar a la santidad.