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Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Sábado, 23 de julio de 2022.

1. Reflexión

+ Una vez, cuando se hacia la adoración por nuestra patria, un dolor estrechó mi alma y empecé a orar de modo siguiente:  Jesús Misericordiosísimo, Te pido por la intercesión de Tus Santos y, especialmente, por la intercesión de Tu Amadísima Madre, que Te crió desde la niñez, Te ruego bendigas a mi patria.  Jesús, no mires nuestros pecados, sino las lágrimas de los niños pequeños, el hambre y el frío que sufren.  Jesús, en nombre de estos inocentes, concédeme la gracia que Te pido para mi patria.  En aquel instante vi. al Señor Jesús con los ojos llenos de lágrimas y me dijo:  Ves, hija Mía, cuánta compasión les tengo; debes saber que son ellos los que sostienen el mundo.

 + Oh Jesús mío, cuando observo la vida de las almas, veo que muchas Te sirven con cierta desconfianza. Y en ciertos momentos, especialmente cuando hay ocasión para demostrar el amor hacia Dios, justo entonces veo cómo estas almas huyen del campo de batalla.  Entonces me dijo Jesús:  ¿Tu también, hija Mía, quieres comportarte así?  Le contesté al Señor:  Oh no, Jesús mío, no me retiraré del campo de batalla, aunque el sudor de la muerte bañe mi frente, no dejaré caer de la mano la espada, hasta que no descanse a los pies de la Santísima Trinidad.  Para cualquier cosa que hago, no cuento con mis propias fuerzas, sino con la gracia de Dios.  Con la gracia de Dios el alma puede superar victoriosamente las más grandes dificultades (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 286-287).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de servir al Señor con entusiasmo y con confianza sin límites.
  • Oremos por la paz en las familias, por los sacerdotes, lo religiosos y por los niños que empiezan la vida.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Reflexionar sobre la importancia de confiar en el Señor.     

4. Oración Final:

Oh Jesús, Luz Suprema, haz que yo me conozca y penetra con Tu luz mi alma oscura, y llena de Ti el abismo de mi alma. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 297).

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«Y no hay alma que no tenga el deber de orar,  porque toda gracia fluye por medio de la oración»  (Diario 146).


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