Orar con el Diario de Sor Santa Faustina: La Divina Misericordia en mi alma.

Sábado, 29 de enero de 2022: «No encontrará alma ninguna, la justificación hasta que no se dirija con confianza a la misericordia del Señor»

 

 

1. ORACIÓN INICIAL
ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO (Cardenal Verdier)

2. LECTURA

Una vez vi al Señor Jesús con una túnica clara; eso fue en el invernadero [209]. Escribe lo que te diré: […] Por amor hacia ustedes alejaré todos los castigos que la justicia de Mi Padre administra merecidamente. Hija Mía, he inclinado Mi Corazón hacia tus suplicas: tu tarea y empeño aquí en la tierra es implorar la misericordia para (40) el mundo entero. No encontrará alma ninguna la justificación hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia y por eso el primer domingo después de Pascua ha de ser la Fiesta de la Misericordia. Ese día los sacerdotes han de hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita. Te nombro dispensadora de Mi misericordia. Dile al confesor que la imagen esté expuesta en la iglesia y no en el convento dentro de la clausura. Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella (Santa María Faustina Kowalska, Diario, La Divina Misericordia en mi alma, Diario, 570).

(Después de la lectura, observar unos cinco minutos de silencio orante: para que este mensaje entre en nosotros e ilumine nuestra vida. En este silencio, cada uno de nosotros ha de situarse en el relato que hemos escuchado y reflexionar personalmente, sentir y gustar lo que el Señor te quiere comunicar a ti en este momento para ayudarte en la meditación y en la oración). Preguntarte: ¿Qué me quiere decir el Señor hoy, a mí, personalmente? (Silencio).

A continuación, compartir en grupo, en familia o meditar personalmente.

 

3. PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

  • ¿Realmente soy consciente que la justicia de Dios Padre se administra merecidamente sobre nosotros?
  • El Rey de Misericordia dice a cada uno de nosotros hoy: “he inclinado Mi Corazón hacia tus suplicas”. Teniendo en cuenta esta verdad, ¿Por qué muchas veces me ocurre decir que Dios nunca hace caso a mis súplicas?
  • El Señor nos dice en la Sagrada Escritura: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es Misericordioso” (cf. Lucas 6, 36). Y hoy el Rey de Misericordia nos dice que: nuestra “misión aquí en la tierra es implorar la misericordia para el mundo entero”. ¿Cómo puedo ser testigo y embajador de la Misericordia del Señor aquí en la tierra?
  • Hoy el Rey de Misericordia me nombre “dispensador de su Misericordia”, ¿Cómo tengo que responder a esta misión?
  • El Rey de Misericordia pide que tengamos la imagen de la Divina Misericordia. ¿Con qué actitud me acerco a esta imagen?

4. CONSEJOS DE VIDA

 

  • Dios no quiere que nos sorprenda el día de la justicia, que merecemos, por las veces que elegimos libremente vivir sin Dios y lejos de su mirada. Hoy nos recuerda que, nos quiere dar una oportunidad, que es para nosotros nuestra tabla de salvación: acudir confiadamente a su infinita Misericordia.
  • La ceguera espiritual nos aparta de la verdad y nos hace juzgar y acusar a Dios de tratarnos sin misericordia. Nos olvidamos que nuestro Dios Padre Todopoderoso entregó a su Hijo Único por cada uno de nosotros, y esto es un gesto que tiene que ser suficiente para convencernos de su Amor y Misericordia por nosotros. Y a pesar de nuestros límites y ofensas, nuestro Rey de Misericordia nunca se cansa de prestar oído a nuestras súplicas. Pero resulta que, muy pocas veces acudimos a Él con confianza. Por eso tenemos la sensación de que Dios no nos escucha, no nos hace caso. En realidad, somos nosotros que, a veces no prestamos atención a las acciones del Señor en nuestra vida.
  • Dios nos ha manifestado su Misericordia y nos la sigue manifestando. Sabiendo que Él nos creó a su imagen y semejanza, y quiere que esa semejanza se vea en nuestro modo de actuar, en nuestro testimonio de vida. Por lo tanto, seremos verdaderos testigos y embajadores de su misericordia cuando empecemos a:
  • Mirarnos como hermanos,
  • Vivir con amor puro,
  • Confiar plenamente en Él,
  • Ser obedientes a su voluntad,
  • Vivir con humildad,
  • Perdonar,
  • Preocuparnos por el bien de los demás,
  • Esforzarnos en practicar diariamente alguna obra de Misericordia, etc.
  • Muchas veces en la vida solemos decir: “yo no puedo”, “no soy digno”, “no lo merezco”, etc. En realidad, nos equivocamos diciendo todo esto, además, puede que sea interpretado también como una actitud de soberbia. Porque, cuando uno dice: “no puedo”, es decir, está mirando más su propia fuerza que puede o que no puede. Pero el Señor nos hace entender que: Sin Él no podemos hacer nada, pero con Él, junto a Él, todo se puede (profundizar Jn 15, 1-8). Sí hoy, Jesús nos envío como dispensadores de su Misericordia, porque Él sabe que no nos envía solos, sino, Él va con nosotros, es Él quien ha de actuar en nosotros, porque esta misión no es nuestra. Por lo tanto, nuestra respuesta ha de ser: “aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad, haz de mí lo que Tú quieras”. Estamos invitados a reconocer que, el Rey de Misericordia necesita:
  • Nuestras manos:
  • Nuestra boca,
  • Nuestros pies,
  • Nuestros oídos,
  • Nuestra lengua, etc. para que se transforme en Misericordia del Señor y nos permita ser un vivo reflejo de Él en medio de nuestros hermanos, en este mundo inquieto. (Profundizar este contenido en la oración final).
  • Hoy estamos invitados a empezar a llevar con nosotros la imagen de la divina misericordia con devoción, a empezar a rezar delante de esta imagen recordando las promesas del Rey de Misericordia: “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte.  Yo Mismo la defenderé como Mi gloria” (Diario, 48).

5. PROPÓSITO DE HOY

COMPARTIR EN GRUPO, EN FAMILIA O MEDITAR PERSONALMENTE (Reflexionar personalmente, sentir y gustar lo que el Señor te comunica a ti en este momento para ayudarte en la meditación y en la oración.) (SILENCIO) En el silencio del corazón, meditemos las frases o palabras que nos han llamado la atención de manera personal, y descubramos con la luz del Espíritu Santo: ¿Por qué esa palabra o frase me ha tocado a mí? ¿Qué me quiere decir el Señor hoy, a mí, personalmente?

5) PRECES y ACCIÓN DE GRACIAS (INTENCIONES LIBRES)

  • Pidamos la gracia de ser verdaderos testigos de la Misericordia del Señor en medio de nuestros hermanos.
  • Oremos por la paz en las familias y por la conversión de los que aún no conocen el amor del Señor.
  • Pidamos la gracia de reconocer que el Rey de Misericordia atiende siempre nuestras súplicas.
  • Pidamos la gracia de tener pensamientos rectos y un amor ardiente.   
  • Por las intenciones de la Virgen María.
  • Por las almas del purgatorio.
  • Por nuestra humanidad doliente y por nuestras intenciones personales.
  • Padre Nuestro
  • Ave
  • Gloria

6. ORACIÓN FINAL:

PLEGARIA DE UN ALMA CONSAGRADA

A LA DIVINA MISERICORDIA

(Denominación de los hermanos Testigos de la Divina Misericordia)

 (EJERCICIO GENERAL)

+ Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón, cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil es el número de veces que deseo glorificar Tu misericordia, oh Santísima Trinidad.

+ Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir Su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.

  • Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
  • Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
  • Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos, sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
  • Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
  • Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
  • Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón […] Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí. Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la misericordia.

+ Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la misericordia.

  • EL PRIMERO: la obra de misericordia, de cualquier tipo que sea.
  • EL SEGUNDO: la palabra de misericordia; si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia, ayudaré con mis palabras.
  • EL TERCERO: la oración. Si no puedo mostrar misericordia por medio de obras o palabras, siempre puedo mostrarla por medio de la oración. Mi oración llega hasta donde físicamente no puedo llegar.

Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amen ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario 163).

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