Charla #2 (formación)

CONTEXTO EN QUE EL REY DE MISERICORDIA INVITA A SANTA

 FAUSTINA A LA INFANCIA ESPIRITUAL

Antes de intentar dar una definición a la infancia espiritual, según mi humilde opinión, considero importante subrayar aquí las veces que este término aparece en el Diario de santa Faustina, poniendo de relieve el contexto en el que se expresa dicho término:

  1. “Oh Dios mío, entiendo bien que exiges de mí la infancia espiritual, porque me la pides continuamente a través de Tus representantes. (22) Los sufrimientos y contrariedades al inicio de la vida religiosa me habían asustado, me habían quitado el valor. Por eso rogaba continuamente que Jesús me hiciera más fuerte y me concediera el vigor de Su Santo Espíritu para poder cumplir en toda Su santa voluntad ya que desde el comienzo conocía y conozco mi debilidad.  Sé bien lo que soy por mí misma, porque Jesús descubrió a los ojos de mi alma todo el abismo de mi miseria y por lo tanto me doy cuenta perfectamente que todo lo que hay de bueno en mi alma es sólo Su Santa Gracia.  El conocimiento de mi miseria me permite conocer al mismo tiempo el abismo de Tu misericordia…” (Diario 56).

Aquí, a través de sus representantes (es decir de los sacerdotes, del confesor o del director espiritual, etc.) el Rey de Misericordia invita a santa Faustina a vivir la infancia espiritual. Santa Faustina es consciente de sus miserias y de su debilidad, por eso confía en el Rey de Misericordia y se entrega como instrumento para que la haga fuerte y le conceda la gracia de cumplir fielmente con su misión como embajadora, secretaria, testigo y apóstol de la divina misericordia. La respuesta de santa Faustina se hace desde la humildad de reconocer su debilidad y la obediencia de confiar en el Rey de Misericordia para cumplir su voluntad. A nosotros, el Rey de Misericordia nos invita a estar atentos a los mensajes de Él que se nos transmiten a través de sus representantes.

  1. “+ jueves.  Al empezar la Hora Santa, quería sumergirme en la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos.  De repente oí en el alma la voz:  Medita los misterios de la Encarnación.  Y de pronto, delante de mí apareció el Niño Jesús de una belleza resplandeciente.  Me dijo cuánto agradaba a Dios la sencillez del alma.  Aunque Mi grandeza es inconcebible, trato solamente con los pequeños, exijo de ti la infancia del espíritu” (Diario 332).

Esta vez, el Rey de Misericordia, Él mismo invita a santa Faustina a vivir la infancia del espíritu. En primer lugar, el Rey de Misericordia quiere establecer en la mente de santa Faustina una coherencia entre su mensaje y el contenido que ella recibe durante los acompañamientos espirituales, durante la confesión, durante cualquier charla, ejercicios espirituales, en las prédicas de los sacerdotes. Lo que el Rey de Misericordia le dijo por la boca de sus representantes, ahora Él mismo se lo dice. Aquí se le hace ver claramente que su debilidad y sus miserias no son un impedimento para que el Rey de Misericordia se sirva de ella como instrumento suyo. Más bien, le agrada la humildad de santa Faustina. El Rey de Misericordia necesita la obediencia y la confianza de un instrumento débil y frágil para manifestar la grandeza de su realeza. Hoy el Señor nos llama la atención: ¿con qué actitud solemos meditar estos misterios de la encarnación? ¿Nos fijamos realmente en la persona del niño Jesús, que viene a nosotros con el aspecto de un ser débil para establecer el reino de Dios aquí en la tierra? ¿Prestamos atención a la figura de María? una joven humilde sin fama a la que el Ángel del Señor dice: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios” (Lc 1, 28)

  1. “Ahora veo claramente cómo Dios obra por medio del confesor y cómo es fiel a sus promesas.  Hace dos semanas el confesor me ordenó meditar sobre la infancia del espíritu.  Al principio eso me resultaba algo difícil, sin embargo, el confesor sin hacer caso a mi dificultad, me ordenó continuar la meditación sobre la infancia del espíritu.  En la práctica esta infancia debe manifestarse así:  El niño no se ocupa del pasado ni del futuro, sino que aprovecha el momento presente.  Deseo destacar esta infancia del espíritu en usted, hermana, y doy a eso mucha importancia”. (Diario 333)

Aquí descubrimos la grandeza de la santidad que gozaba sor Faustina desde aquí en la tierra, su humildad, su obediencia le permitía percibir todo lo que el Rey de Misericordia le comunicaba. Aquí Santa Faustina entiende perfectamente que lo que el confesor le habló sobre la infancia espiritual era el mensaje del Señor y cuando el Señor le ha dado a conocer el secreto de los misterios de la encarnación, santa Faustina pudo ahora sacar una definición sobre la infancia espiritual y entender su importancia en la vida de un alma que tiende a la perfección: vivir el momento presente como si fuera el último, vivirlo con confianza, en la presencia del Señor, con obediencia a la voluntad del Señor y despreocupado del futuro, recordando el pasado sin dolor y gozando en todo momento de la gracia del Señor.   

  1. “Hoy, durante la Santa Misa, junto a mi reclinatorio he visto al Niño Jesús que parecía tener un año, y que me pidió tomarlo en brazos.  Cuando lo tomé en brazos, se estrechó a mi corazón y dijo:  Estoy bien junto a tu corazón.  Aunque eres tan pequeño, yo sé que eres Dios.  ¿Por qué tomas el aspecto de un chiquitín para tratar conmigo?  Porque quiero enseñarte la infancia espiritual.  Quiero que seas muy pequeña, ya que siendo pequeñita te llevo junto a Mi Corazón, así como tú Me tienes en este momento junto a tu corazón.  En ese momento me quedé sola, pero nadie podrá comprender lo que sentía mi alma, estaba toda sumergida en Dios como una esponja arrojada en el mar…” (Diario 1481).

En estas líneas, el Rey de Misericordia, para hablarle a la santa de la infancia espiritual, se le representa directamente con aspecto de un niño débil. Para Nuestro Señor Jesucristo, la figura del niño es importante porque lo que caracteriza a los niños es una: una confianza ciega, obediencia y la dependencia del ser más fuerte que él. Aquí el Rey de Misericordia nos hace ver el valor de la entrega confiada a su voluntad para que Él nos lleve por los caminos de su gracia y del crecimiento espiritual.

  1. “Jesús mío, ahora veo que he pasado por todas las etapas de la vida Contigo: la infancia, la juventud, la vocación, la labor apostólica, el Tabor, el Huerto de los Olivos y ahora ya estoy contigo en el Calvario.  Me he sometido espontáneamente a la crucifixión y ya estoy crucificada, aunque camino todavía un poco, pero estoy tendida en la cruz y siento claramente que la fuerza de Tu cruz fluye sobre mí y que Tu eres mi perseverancia.  Aunque he oído, más de una vez, la voz de la tentación que me grita ¡baja de la cruz!, la potencia de Dios me fortalece.  Aunque los abandonos, las tinieblas y diversos sufrimientos golpean mi corazón, no obstante, una misteriosa fuerza divina me sostiene y fortifica.  Deseo beber el cáliz (150) hasta la última gota.  Confío firmemente en que Tu gracia, que me sostuvo en los momentos cuando estaba en el Huerto de los Olivos, también me sostendrá ahora cuando estoy en el Calvario” (Diario 1580).

He aquí, por fin, el canto de gratitud de un alma obediente que ha sabido sacar provecho de todas las etapas por donde el Rey de Misericordia la ha conducido. Y ahora con madurez espiritual, con sabiduría, firme en la fe, dispuesta para imitar la vida del Maestro y agradarle con una entrega sincera, santa Faustina reconoce humildemente que, sin la Mano Poderosa del Rey de Misericordia, por sí sola, ella no es nada más que la miseria misma y que el Rey de Misericordia es su propia perseverancia. Entonces, santa Faustina reconoce que ella no es nada más que un instrumento del Señor. Hablando de instrumento, si usamos el ejemplo del bolígrafo, ¿Es posible que un bolígrafo diga “no puedo escribir chino porque es un idioma difícil”? No tiene motivo de decirlo, porque él no es nada más que un instrumento que el ser humano puede utilizar para escribir en cualquier idioma del mundo. Es tan solo un mero ejemplo para entender lo que el Rey de Misericordia puede realizar por nosotros y con nosotros según su voluntad, lo único que espera de nosotros es que seamos obedientes, humildes y que confiemos en Él que nos dejemos instruir y guiar por Él, buscando en todo su gloria y el bien de las almas, sin renunciar a nuestra propia santificación.

Véase también Charla #3

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