Hora 7- De las 11 a las 12 p.m. Tercera Hora de agonía en el Huerto de Getsemaní

Contenido completo en texto: Hora 7- De las 11 a las 12 p.m. Tercera Hora de agonía en el Huerto de Getsemaní (pdf)

Oración inicial

Oh Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina presencia suplico a tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo adorable como en tu alma santísima, hasta la muerte de Cruz. Ah, dame tu ayuda, gracia, amor profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora la Hora…Y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligada dedicarme a mis deberes o a dormir. Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo tus pensamientos, tu lengua, tu corazón y con éstos quiero orar, fundiéndome toda en tu Voluntad y en tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en tu corazón empiezo…

Oración de preparación

¡Oh Divino Redentor mío!, Jesús, te suplico que junto con tus tres amados apóstoles me lleves también a mí para asistir a tu agonía en el Huerto de los Olivos. Prevenido por el dulce reproche que le hiciste a Pedro y a los otros dos apóstoles que se encontraban durmiendo, yo quiero velar por lo menos una hora contigo en este huerto de Getsemaní, quiero sentir por lo menos una herida de tu Corazón agonizante, uno de los alientos de tu respiro afanoso. ¡Quiero fijar mi mirada sobre tu divino rostro y contemplar cómo empalidece, cómo se turba, cómo se angustia, cómo se encorva hasta la tierra!

Ya veo, oh penante Jesús mío, cómo tu divina persona vacila y cae, cómo tus manos entumecidas se unen. ¡Comienzo a oír tus gemidos, tus gritos de amor y de incomprensible dolor que elevas al cielo! ¡Oh Jesús mío, agonizante en este lúgubre huerto de Getsemaní, haz correr en mí, en esta hora en que te acompañaré, un río, unas gotas de tu adorabilísima sangre que ya de todos tus adorables miembros estás sudando como a torrentes! ¡Oh baño preciosísimo de mi Sumo Bien que por mí agoniza, ah, haz que yo te beba hasta la última gota, que contigo beba al menos un sorbo del amargo cáliz de mi amadísimo Jesús, y que sienta dentro de mí las penas de su Divino Corazón; es más, haz que sienta que se me rompe el corazón por el arrepentimiento de haber ofendido a mi Señor, que por mí se encuentra reducido a una agonía mortal!

¡Ah, Jesús mío, dame la gracia, ayúdame para poder penar, suspirar y llorar junto contigo, por lo menos una sola hora en el Huerto de los Olivos!
¡Oh Madre Dolorosa, haz que yo sienta la compasión de tu Corazón traspasado por la agonía de Jesús en este huerto! Así sea.

Oración de agradecimiento

¡Oh dulcísimo Señor mío!, te doy gracias por haberte dignado a tenerme por compañía durante al menos una hora de tu tremenda agonía en el huerto de Getsemaní. ¡Ah, demasiado poco consuelo has hallado en mí, oh mi buen Jesús!, pero tu infinito amor y la sobreabundante caridad de tu piadosísimo Corazón, hace que hasta en el más pequeño acto de compasión que la criatura te ofrezca encuentres alivio. ¡Ah, jamás podré olvidar la vista de tu adorable persona cuando se encontraba temblando, abatida, abrumada, humillada hasta el polvo y toda llena de sudor de sangre en la terrible oscuridad del huerto! ¡Oh Jesús, he podido experimentar que el estar contigo en tus sufrimientos, el sentir aunque sea una sola gota de la amargura llena de angustia de tu Corazón Divino, es la suerte más grande que se puede llegar a tener sobre la tierra!

¡Oh Jesús, renuncio generosamente a todas las cosas terrenas y fáciles! ¡Te quiero solamente a ti, oprimido, penante y afligido Señor mío, y quiero acompañarte fielmente desde este huerto hasta el Calvario!

¡Oh Jesús!, haz que yo también sea capturado junto contigo; arrastrado contigo de tribunal en tribunal; hazme partícipe de los ultrajes, los insultos, los salivazos y las bofetadas que tus enemigos te harán sufrir; condúceme contigo de Pilato a Herodes y de Herodes a Pilato; átame junto contigo a la columna y haz que yo sienta parte de la flagelación; dame algunas de tus espinas; haz que yo también sea condenado a morir crucificado junto contigo: tú cual víctima de amor por mí y yo cual víctima expiatoria por mis pecados; concédeme tener la misma suerte del Cirineo para seguirte hasta el Calvario y que junto a ti yo sea clavado sobre la cruz, agonice y muera contigo.

¡Oh Madre Dolorosa!, tú que me has ayudado a tener compasión de Jesús agonizante en el huerto, ayúdame a estar junto contigo crucificado sobre la misma cruz de Jesús y a saber ofrecerle las reparaciones más dignas, junto con los mismos méritos de su pasión y muerte de cruz. Amén.

Oración Final

Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: “Gracias” y “Te Bendigo”. Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos…Gracias y Te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un “Gracias” y un “Te bendigo”. Ah Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de tus bendiciones y de tus gracias…Ah Jesús, estréchame a tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un “Te Bendigo” tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a tu Corazón, que tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que, sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer…

________________

[Hora siguiente]