Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Viernes, 18 de agosto de 2023.

1. Reflexión:

Al día siguiente me sentía muy débil, pero ya no experimentaba ningún sufrimiento.  Después de la Santa Comunión vi. Al Señor Jesús bajo la apariencia que ya había visto durante una de las adoraciones.  La mirada del Señor traspasó mi alma por completo y ni siquiera el más pequeño polvillo se escapó a su atención.  Y dije a Jesús:  Jesús, pensé que me ibas a llevar.  Y Jesús me contestó:  Aun no se ha cumplido plenamente Mi voluntad en ti; te quedaras todavía en la tierra, pero no mucho tiempo.  Me agrada mucho tu confianza, pero el amor ha de ser más ardiente.  (138)  El amor puro da fuerza al alma en la agonía misma.  Cuando agonizaba en la cruz, no pensaba en Mí, sino en los pobres pecadores y rogaba al Padre por ellos.  Quiero que también tus últimos momentos sean completamente semejantes a los Míos en la cruz.  Hay un solo precio con el cual se compran las almas, y éste es el sufrimiento unido a Mi sufrimiento en la cruz. El amor puro comprende estas palabras, el amor carnal no las comprenderá nunca (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 324). 

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de sufrir con paciencia y de ser obedientes a la voluntad del Señor.
  • Oremos por los que han perdido la esperanza en medio de sus sufrimientos, para que se encuentren con la misericordia del Señor y que reciban el consuelo del Rey de Misericordia.
  • Por nuestra humanidad doliente,
  • Por las almas del Purgatorio,
  • Por las intenciones de la Virgen María,
  • Por nuestra Santa Iglesia Católica,
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósito del día:

Abrirme al amor puro y dejarme amar por el Rey de misericordia.

¡Oh Jesús, que eres el amigo de mi corazón, tú eres mi único refugio y mi único descanso. Tú eres mi salvación en medio de las tempestades de la vida, mi tranquilidad en medio de las perturbaciones del mundo. Tú eres mi calma en las tentaciones; mi sustento en las horas de desesperación; mi victoria en la lucha por el advenimiento de tu Reino. (Juan 16, 33). Eres el rayo vivo que aclara mi vida; ¡el calor que hace derretir el hierro de mi indiferencia! ¡Eres tú, oh Señor, sólo tú eres capaz de comprender al alma que permanece callada y sufre sin decir una palabra. Tú conoces muy bien nuestras debilidades y nuestros pecados que, sin tregua -cual Médico y Buen Pastor- nos perdonas, nos curas y nos levantas, para que nosotros podamos siempre amarte más. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amen ¡JESÚS, EN TI CONFÍO!

 

 

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TESTIGOS DE LA DIVINA MISERICORDIA

Escuela de la Divina Misericordia
Madrid/España

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