LOS MISTERIOS DOLOROSOS (Martes y Viernes)

Meditaciones dictadas por la Santísima Virgen en 1986 (Autor desconocido)
La Señal de la Cruz
† Por la señal de la Santa Cruz, † de nuestros enemigos
† líbranos Señor, Dios nuestro. † En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
V: Abre, Señor mis labios.
R: Y mi boca cantará tus alabanzas.
Oración del Ángel en la primera aparición
Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no y os aman.
Oración del Ángel en la tercera aparición
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.
Ofrecimiento general del Santo Rosario según San Luis María Grignion de Montfort
Me uno a todos los santos que están en el Cielo, a todos los justos de la Tierra y a todas la almas fieles de este lugar. Me uno a vos, Jesús mío, para alabar dignamente a vuestra Santísima Madre y alabaros a Vos, en Ella y por Ella.
Renuncio a todas las distracciones que me sobrevengan durante este Rosario, que quiero rezar con modestia, atención y devoción, como si fuese el último de mi vida.
Te ofrecemos, Santísima Trinidad, este Credo para honrar todos los misterios de nuestra fe; este Padrenuestro y estas tres Avemarías para honrar la unidad de tu esencia y la Trinidad de Vuestras Personas. Te pedimos fe viva, una esperanza firme y una caridad ardiente.
Credo
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos; subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la comunión de los Santos; el perdón de los pecados; la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.
Padrenuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Tres Avemarías
Primer Avemaría:
Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre,
Virgen Purísima y castísima antes del parto,
alcánzanos Señora la virtud de la fe:
DIOS TE SALVE MARIA….
Segundo Avemaría:
Dios te salve María Santísima, madre de Dios Hijo,
Virgen Purísima y castísima en el parto,
alcánzanos Señora la virtud de la esperanza:
DIOS TE SALVE MARIA…
Tercer Avemaría:
Dios te salve María Santísima, esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen Purísima y castísima después del parto,
alcánzanos Señora la virtud de la caridad:
DIOS TE SALVE MARIA…
1. Primer Misterio Doloroso: La Agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní
Cuando estuve en la tierra, Yo no presencié la agonía de Mi Amado Hijo en el Huerto, y no vi Su gran agonía al pensar en Su muerte próxima. Como Su Madre, sin embargo, sentí dentro de Mi propia alma una tristeza constante que consumía todo Mi ser. Yo sabía que Él pensaba en las injusticias que le acontecieron a menudo durante los últimos meses de Su vida. Ahora en el Cielo, Yo poseo todo conocimiento, y te puedo contar los acontecimientos tal como ocurrieron. Mi Hijo, consciente de la muerte violenta que iba a sufrir por toda la humanidad, llevó a sus once apóstoles a un huerto cercano con el propósito de rezar. Ahora Judas no estaba presente porque ya estaba en su sucio trabajo. Los apóstoles estaban muy fatigados, y se durmieron, pero Mi Amado Hijo, en cuanto quedó envuelto en oración, no percibió nada de lo que pasaba a Su alrededor. Él vio cada golpe de la flagelación. Sintió el peso del Madero en Sus Hombros. Él tuvo conocimiento de cada músculo y nervio que sería cortado por los clavos. Vio el pecado de la humanidad, no sólo de ése tiempo, sino también del futuro. Él vio las atrocidades de la guerra y el terrorismo, la degradación del cuerpo humano, el odio que el hombre tendría en su corazón por sus hermanos. Por último, vio la multitud de almas tibias que lo conocerían en algún momento de sus vidas, pero que eligieron, y continúan eligiendo, al mundo en vez de elegirlo a Él. En este momento se dirigió al Padre, y le pidió que apartara de Él el cáliz del sufrimiento. Pero finalmente, con una profunda resignación a la Voluntad del Padre, dijo: “Que no se haga Mi voluntad, sino la Tuya.” Yo te digo, nadie en la tierra ha sufrido, ni sufrirá, la angustia mental que Mi Hijo sufrió en el Huerto de Getsemaní.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al cielo y socorre especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Nuestra Señora, Reina de la Paz. -Ruega por nosotros y por la paz en el mundo entero.
2. Segundo Misterio Doloroso: La Flagelación a nuestro Señor Jesucristo
Yo fui testigo de esto. Mi Amado Hijo fue conducido al patio por los soldados. Su trato hacia Él fue particularmente rudo. Encadenaron Sus Muñecas en lo alto de una columna para que Su Carne se tensara y así se lacerara más fácilmente. Fue despojado de Sus vestiduras. Los látigos que usaron no eran látigos comunes. Fueron diseñados para desgarrar y arrancar la carne de su víctima. Se paró un soldado de cada lado de Jesús, y se turnaron para atacar Su Sagrada Carne. En total, Él sufrió más de 5,000 heridas. Cuando todo terminó, lo dejaron parado en un charco de Sangre. Por decencia, Él se cubrió nuevamente, y se lo llevaron, dejando atrás huellas ensangrentadas. Para entonces, Su Cabeza palpitaba por la deshidratación. Cuánto anhelaba reconfortarlo. Yo estaba tan desconsolada al verlo. Los soldados, conociendo bien su oficio, pararon justo antes de que Él cayera inconsciente. Así que ahora, en Su Divinidad, Él sabía bien cada dolor que todavía le esperaba. Quisiera pedirte que lo consueles con oración y penitencia. Gracias.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al cielo y socorre especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Nuestra Señora, Reina de la Paz. -Ruega por nosotros y por la paz en el mundo entero.
3.Tercer Misterio Doloroso: La coronación de espinas
Los soldados no estaban satisfechos con la brutal flagelación que le impusieron a Mi Amado Hijo. Ahora ellos cubrieron Su Cuerpo con una vestimenta como de rey, todo lo hicieron con un gesto de burla. No sabían que tenían frente a ellos al Rey de Reyes. Formaron para Él una corona con espinas que crecían cerca de ahí. Esas espinas eran mucho más largas de lo que te imaginas. Le pusieron Su corona sobre Su Sagrada Cabeza, y procedieron a hacer reverencias frente a Él, burlándose de Su realeza. Golpearon la corona de espinas con largas varas, encajando a la fuerza estos instrumentos de tortura en Su sagrada Cabeza. Esto hizo que la Preciosa Sangre fluyera por Su Rostro entrando a Sus Ojos, y con ello se bloqueó Su vista. Pero Él los amaba. Sí, Él amaba profundamente aun a éstos que lo atormentaron. Con gran humildad, Él lo soportó todo. Con un solo suspiro pudo haber llamado a Su auxilio a todas las Legiones de Ángeles, pero Él eligió sufrir con humildad por toda la humanidad.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al cielo y socorre especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Nuestra Señora, Reina de la Paz. -Ruega por nosotros y por la paz en el mundo entero.
4. Cuarto Misterio Doloroso: Jesús carga su cruz camino del calvario
Mi Amado Hijo, en Su estado debilitado, con Su Carne desgarrada y desprendida de los Huesos, recibe ahora el Madero de la Cruz para que lo cargue sobre Sus Hombros. Todo Su Ser temblaba por la debilidad. Su vista ahora estaba empañada por el incesante flujo de sangre causado por la corona de espinas. Después me dijo que al llevar el peso de la Cruz, continuamente veía pasar frente a Él a millones de almas tibias para quienes Su sacrificio significaría muy poco. Pero fue apremiado tanto por los soldados como por Su eterno amor por toda la humanidad. Hubo caídas agonizantes, hasta que alguien más fue obligado a ayudarlo. Cuando me encontré con Él, apenas podía mirarlo a los Ojos, no quería que viera Mi gran aflicción, aunque Él la sintió, estoy segura. Su mirada era de resignación y, al mismo tiempo, de compasión por Mí. Él cayó muchas veces en este camino de expiación por los pecadores, cada caída lo dejaba más y más debilitado. Finalmente llegó a Su destino. Ahí, Él se sentó, y con gran angustia ofreció una oración al Padre. En todo lo que sufrió, mostró gran paciencia.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al cielo y socorre especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Nuestra Señora, Reina de la Paz. -Ruega por nosotros y por la paz en el mundo entero.
5. Quinto Misterio Doloroso: La Crucifixión
Pusieron una especie de arnés sobre Mi Hijo para que pudiera ser conducido como un animal. Este cinto agravó las Heridas que sufrió durante la flagelación. Le dieron el gran Madero para que lo cargara sobre Sus Hombros desgarrados, y con mucha repugnancia y desprecio fue conducido hacia el Gólgota.
Una vez ahí, lo desataron y le permitieron sentarse en una piedra mientras le preparaban la Cruz. Ahora estaba retorciendo Sus Manos y mirando hacia el Cielo como si necesitara ayuda desesperadamente. En determinado momento lo pusieron sobre la Cruz que aún estaba en el piso, como para ajustarla a Su Sagrado Cuerpo. Los agujeros para los clavos fueron entonces perforados en la madera. Al terminar, lo llamaron de nuevo para que se colocara sobre la Cruz y traspasar Su Sagrada Carne con los clavos.
Ahora Él sentía los golpes de los mazos antes de que incluso fueran asestados, y mucho después. Se hizo algún ajuste con dos de Sus Extremidades que no alcanzaron los agujeros preparados para los clavos. Él también sufrió como si fuera una tortura cuando Su Brazo y Pierna fueron dislocados de Sus coyunturas.
La Cruz ya estaba erguida. No era muy alta, Yo podía tocar Sus Pies. Pero no me atrevía ni a poner un dedo en Su Carne torturada. Mientras colgaba en agonía, los soldados ignorantes echaron a suerte Su pobre pieza de ropa. Estaban tan indiferentes e inconscientes de lo que hacían.
Entonces el cielo se oscureció. Muchos mirones comenzaron a retirarse. Mi Hijo habló poco, pero cada palabra era de gran importancia. Se dirigió a san Juan y a Mí. Cuando me habló, Yo sabía que no sólo era a Juan a quien daba una madre, sino a toda la humanidad. Esto lo acepté con mucho gusto.
Hacia la última hora de Su vida, poco podía moverse, respirar, y Su voz era demasiado ronca, aunque aún bastante clara para entenderse. Cuando tomó los pecados de la humanidad, se sintió abandonado por el Padre. Por último, entregó Su Espíritu. En ese momento la tierra comenzó a temblar y a moverse, como si gimiera por su pérdida. No obstante, esperé a que viniera un extranjero a reclamar Su Cuerpo para el entierro. Cuando desprendieron Su figura flácida de la Cruz y lo bajaron a Mis Brazos, lloré de dolor. No pude abrazarlo tanto como quería por lo tarde de la hora. Me lo quitaron.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva a todas las almas al cielo y socorre especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Nuestra Señora, Reina de la Paz. -Ruega por nosotros y por la paz en el mundo entero.
Oraciones Finales
Padre Eterno
Padre eterno, Os ofrezco, por las manos de María Santísima, la preciosísima Sangre de vuestro hijo. Os ofrezco también las lágrimas de Nuestra Señora por la purificación de la Tierra y conversión de los hombres, por la fidelidad de vuestros elegidos, por la victoria de la Santa Iglesia y por el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
Agradecimiento
Infinitas gracias te damos, soberana princesa, por los beneficios que todos los días recibimos de tus liberales manos. Dígnate, ahora y siempre, ponernos bajo tu poderoso amparo y para más obligarte a ello, te saludamos diciendo:
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
LETANÍAS DE LA VIRGEN Señor, ten piedad… Dios, Padre celestial, Dios, Hijo, Redentor del mundo, Santa María, |
V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
R/. Perdónanos, Señor.
V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
R/. Escúchanos, Señor.
V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
R/. Ten misericordia de nosotros.
V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN:
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
- Ave María purísima.
R. Sin pecado concebida. [3 veces] - Sagrado Corazón de Jesús.
R. En Vos confío.
Oración a San Miguel Arcángel.
Arcángel san Miguel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Celestial Milicia,
lanza al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que para la perdición de las almas, vagan por el mundo. Amén