Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Viernes, 25 de noviembre de 2022.

1. Reflexión:         

Oh, qué mísera es mi alma que malgastó tantas gracias. Me escapaba de Dios, y Él me perseguía con Sus gracias.  Muchas veces recibía las gracias de Dios cuando menos las esperaba.  Desde el momento en que el Señor me dio un director espiritual, soy más fiel a la gracia.  Gracias al director y su vigilancia sobre mi alma entendí lo que es la dirección espiritual y cómo la ve Jesús. Jesús me amonestaba por el menor descuido y acentuaba que los asuntos que yo confiaba al confesor, Él Mismo los juzgaba, y cualquier desobediencia frente a él, Me alcanza a Mi.  Cuando, bajo su dirección, mi alma empezó a gozar del profundo recogimiento y paz, a menudo oía en el alma estas palabras:  Fortalécete para la lucha, a veces repetidas más de una vez.

 + Muchas veces Jesús me da a conocer lo que no le agrada en mi alma, y más de una vez me amonestó por cosas que parecían insignificantes, pero que en realidad tenían gran importancia, me amonestaba y adiestraba como un Maestro.  Durante muchos años me educó Él Mismo, hasta el momento en que me dio un director espiritual.  Antes Él Mismo me daba a conocer lo que no entendía, y ahora me hace preguntar [por] todo al confesor y a menudo me dice así:  Y Yo te contestaré por su boca, quédate tranquila.  (68)  No me ha sucedido todavía recibir una respuesta contraria a lo que exigía el Señor y que yo presenté al director espiritual [80].  A veces ocurre que Jesús me recomienda algunas cosas, de las cuales nadie tiene conocimiento y cuando me acerco a la rejilla, lo mismo me recomienda el confesor, pero eso no es frecuente.

+ Cuando el alma recibió mucha luz y muchas inspiraciones durante largo tiempo y cuando los confesores le confirmaron la tranquilidad y la procedencia de ellas [las inspiraciones], si su amor es grande, ahora Jesús le da a conocer que es el tiempo para poner en práctica lo que recibió.  El alma conoce que el Señor cuenta con ella y este conocimiento le da más fuerza, ella sabe que, para ser fiel, tendrá que exponerse a distintas dificultades más de una vez, pero ella confía en Dios y gracias a esta confianza llega allí a donde Dios la llama.  Las dificultades no la espantan, son para ella como el pan de cada día, no la espantan nada, ni asustan, como al soldado que continuamente está en el combate, no le espanta el tronar de los cañones.  [Está] lejos de asustarse, pero aguza los oídos, de qué lado ataca el enemigo, para vencerlo.  No hace nada ciegamente, sino que examina, reflexiona profundamente y sin contar consigo, reza ardientemente y pide consejo de oficiales expertos y con discernimiento; y comportándose así, gana casi siempre.

Hay ataques, cuando el alma no tiene tiempo de reflexionar, ni de pedir consejo, ni de nada; entonces se debe luchar por la vida o por la muerte; a veces es bueno recurrir a la herida del corazón de Jesús, sin contestar una sola palabra y por ese [acto] mismo el enemigo está derrotado.

Durante el tiempo de la paz el alma hace esfuerzos al igual que en el tiempo de la lucha.  Tiene que ejercitarse mucho, porque de lo contrario ni hablar de la victoria.  El tiempo de la paz lo considero como el tiempo de preparación para la victoria.  Tiene que vigilar continuamente, vigilancia y, una vez más, vigilancia.  El alma que reflexiona recibe mucha luz.  El alma disipada se expone a si misma a la caída y que no se sorprenda si cae.  Oh Espíritu Divino, Guía del alma, es sabio aquel a quien Tú adiestras.  Pero, para que el Espíritu Divino pueda obrar en el alma se necesita silencio y recogimiento. (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 145). 

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de obediencia a la voluntad del Señor y de tener siempre la actitud de una verdadera infancia espiritual.
  • Oremos por los que ofenden al Señor y que no se esfuerzan para abandonar los caminos de la maldad.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por las intenciones de nuestra Madre, la Virgen.
  • Por las almas del purgatorio.
  • Por nuestras intenciones personales.

Oración: 

Oh Jesús mío, transfórmame en Ti, porque Tú puedes hacer todo, sostén mi alma y defiéndeme ante mis enemigos. Ayúdame a confiar siempre en Ti y a vivir sin perder la esperanza.  Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén (cf. Diario, 163). 

3. Propósito del día:

Reflexionar sobre el valor de la infancia espiritual en nuestra vida.