Reflexiones diarias, súplicas y oraciones
1. Reflexión
+ A veces veo las redes tendidas contra mí por las almas que no deberían hacerlo. No me defiendo, sino confío más en Dios que ve mi interior y me doy cuenta de que esas almas se enredan ellas mismas. Oh Dios, qué justo y bueno eres.
(90) Escribe: Soy santo, tres veces santo y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad para ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguna escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones [para saber] cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a si mismos y les doy lo que desean (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 1727-1728).
2. Súplicas:
- Pidamos la gracia de encontrar nuestra identidad cristiana católica en nuestro Señor Jesucristo.
- Oremos por los perseguidores de nuestra Iglesia católica y por nuestros enemigos.
- Por nuestra humanidad doliente,
- Por las almas del Purgatorio,
- Por las intenciones de la Virgen María,
- Por nuestra Santa Iglesia Católica,
- Por nuestras intenciones personales.
3. Propósitos del día:
Aprender a confiar siempre en el Señor.
- Rezar la coronilla a la Divina Misericordia
- Respetar la hora de la Misericordia
- Procura realizar al menos una obra de Misericordia a lo largo del día
4. Oración Final:
Acudo a Tu misericordia, Dios compasivo, ya que sólo Tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande y mis ofensas muchas, confío en Tu misericordia y desde tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo ni la tierra recuerdan que un alma confiada en Tu misericordia haya quedado decepcionada. Oh Dios de piedad, sólo Tu puedes justificarme y jamás me rechazaras, cuando yo, arrepentida, me acerque a Tu Corazón misericordioso, del cual nadie ha sido rechazado jamás, aunque haya sido el pecador más grande. A nadie le rehusaré mi corazón. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 1730).
Libro correspondiente a estas reflexiones: Disponible aquí.
