Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Martes, 22 de noviembre de 2022.

1. Reflexión:         

En la tercera probación el Señor me dio a entender que me ofreciera a Él para que pudiera hacer conmigo lo que le agradaba. Debo estar siempre delante de Él como víctima. En un primer momento me asusté, sintiéndome infinitamente miserable y conociéndome bien, contesté al Señor una vez más:  Soy la miseria misma, ¿cómo puedo ser rehén?   

Hoy no lo entiendes.  Mañana te lo daré a conocer durante la adoración. El corazón y el alma me temblaban. Estas palabras se imprimieron tan profundamente en mi alma.  La Palabra de Dios es viva.  Cuando vine a la adoración, sentí en el alma que entré en el tempo de Dios viviente, cuya Majestad es grande e inconcebible. Y el Señor me dio a conocer lo que son frente a Él incluso los espíritus más puros. Aunque por fuera no veía nada, la presencia de Dios me envolvió por completo. En aquel momento mi mente fue iluminada de modo singular. Delante de los ojos de mi alma pasó una visión, como aquella que el Señor Jesús tuvo en el Huerto de los Olivos. Primero los sufrimientos físicos y todas las circunstancias que los aumentan; los sufrimientos espirituales en toda su extensión y de los cuales nadie sabrá. En aquella visión entra todo: sospechas injustas, pérdida del propio buen nombre. He descrito eso de modo resumido, pero el conocimiento de eso fue tan claro que lo que viví después no difería en nada de lo que conocí en aquel momento. Mi nombre debe ser “víctima”. Cuando la visión terminó, un sudor frío fluyó por mi frente. (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 135). 

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de conseguir momentos especiales para estar a solas con el Rey de Misericordia y aprender de Él.
  • Oremos por los enfermos que han perdido la esperanza, por los presos y por los que buscan la felicidad en caminos equivocados.
  • Pidamos al Señor que tenga piedad de nuestra humanidad doliente y por el fin de la propagación de COVID-19 en el mundo entero.
  • Por nuestras intenciones personales.

Oración: 

Jesús, Divino prisionero del amor, cuando considero Tu amor y como Te has anonadado por mi, mis sentidos desfallecen. Encubres Tu Majestad inconcebible y Te humillas rebajándote a mí, un ser miserable. Oh Rey de la Gloria, aunque ocultas Tu hermosura, el ojo de mi alma desgarra el velo.  Veo a los coros de ángeles que te honran incesantemente y a todas las potencias celestiales que Te alaban sin cesar y que Te dicen continuamente: Santo, Santo, Santo. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén.

3. Propósito del día:

Alabar la Grandeza y la Omnipotencia del Rey de Misericordia.