Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

1. Reflexión

+ Conferencia sobre la misericordia

Has de saber, hija Mía, que Mi Corazón es la Misericordia Misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre el mundo entero. Ningún alma que se haya acercado a Mi, se ha retirado sin consuelo. Toda miseria se hunde [en] Mi misericordia y de este manantial brota toda gracia, salvadora y santificante. Hija Mía, deseo que tu corazón sea la sede de Mi misericordia.

Deseo que esta misericordia se derrame sobre el mundo entero a través de tu corazón.  Cualquiera que se acerque a ti, no puede retirarse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas.  Reza, cuanto puedas, por los agonizantes, impetra para ellos la confianza en Mi misericordia, porque son ellos los que más necesitan la confianza quienes la tienen muy poca. Has de saber que la gracia de la salvación eterna de algunas almas en el último momento dependió de tu oración. Tu conoces todo el abismo de Mi misericordia, (129) entonces recoge de ella para ti y especialmente para los pobres pecadores. Antes el cielo y la tierra se vuelven a la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada.

Hija Mía, que te adornen especialmente tres virtudes; humildad, pureza de intención [y] amor. No hagas nada más, sino lo que exijo de ti y acepta todo lo que te dé Mi mano. Procura vivir en el recogimiento para oír Mi voz que es tan bajita que solo la pueden oír las almas recogidas… (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 1777 & 1779).

2. Súplicas:

  • Pidamos la gracia de ser verdaderos embajadores de la Misericordia del Señor en este mundo sin paz verdadera.
  • Oremos por los agonizantes y por los que no creen en el amor del Señor.
  • Por nuestra humanidad doliente,
  • Por las almas del Purgatorio,
  • Por las intenciones de la Virgen María,
  • Por nuestra Santa Iglesia Católica,
  • Por nuestras intenciones personales.

3. Propósitos del día:

Vivir en unión con Cristo Misericordioso.     

4. Oración Final:

Te agradezco, Amor eterno, por Tu inconcebible benevolencia para mí, por ocuparte Tu Mismo directamente de Mi santificación. Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! (cf. Diario, 1779).

Libro correspondiente a estas reflexiones: Disponible aquí.

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