Reflexiones diarias, súplicas y oraciones

Lunes, 26 de diciembre de 2022.

1. Reflexión:

(252) 14 I 1937.  Hoy Jesús ha entrado en mi pequeña habitación aislada, con una túnica clara, ceñido de un cinturón de oro; una gran Majestad resplandecía de toda su silueta y dijo:  Hija Mía, ¿por qué te dejas llevar por pensamiento de miedo?  Contesté:  Oh Señor, Tú sabes por qué.  Y me dijo: ¿Por qué?  Esta obra me asusta.  Tú sabes que soy incapaz de cumplirla.  Y me dijo: ¿Por qué?  Ves que no tengo salud, no tengo instrucción, no tengo dinero, soy un abismo de miseria, tengo miedo de tratar con la gente.  Jesús, yo deseo solamente a Ti, Tú puedes liberarme de esto.  Y el Señor me dijo:  Hija Mía, lo que Me has dicho es verdad.  Eres muy miserable y a Mí Me ha agradado realizar la obra de la misericordia precisamente a través de ti que eres la miseria misma.  No tengas miedo, no te dejaré sola.  Haz por esta causa lo que puedas, yo completaré todo lo que te falta; tú sabes lo que está en tu poder, hazlo.  El Señor miró en lo profundo de mi ser con gran benevolencia; pensé que iba a morir de gozo bajo esta mirada.  El Señor desapareció, se quedó en mi alma (253) la alegría, la fuerza y el ánimo para obrar, pero me sorprendí de que el Señor no quisiera liberarme, y no cambiara nada de lo que dijo una vez; y a pesar de toda esta alegría, hay siempre una sombra de sufrimiento.  Veo que el amor y el sufrimiento van juntos (Santa María Faustina Kowalska, La divina Misericordia en mi alma, Diario, 881).

2. Súplicas:

  • Pedir la gracia de apartar el miedo y entregarnos confiadamente en las manos del Señor,
  • Pedir la gracia de ser conscientes de nuestras miserias y abrirnos siempre a la misericordia del Señor,
  • Orar por los servidores del Señor que suelen contar con sus propias fuerzas, para que reconozcan que son instrumentos del Señor,
  • Orar por los enfermos que se sienten abandonados en medio de su sufrimiento, para que confíen siempre en la bondad del Señor,
  • Por nuestra humanidad doliente,
  • Por las almas del Purgatorio,
  • Por las intenciones de la Virgen María,
  • Por nuestra Santa Iglesia Católica,
  • Por nuestras intenciones personales.

 3. Propósito del día:

Renunciar a todo miedo y dejarme en las manos del Rey de Misericordia.

4. Oración final: 

¡Oh Omnipotente y Misericordioso Padre: sabiendo que tu divina bondad no tiene límites, aunque yo no sea más que un abismo de miseria, tengo plena confianza en tu Misericordia! Oh Mi Buen Jesús Misericordioso, Rey de Misericordia, confío en Ti y solo en Ti espero. Amén. ¡JESÚS, EN TI CONFÍO! 

 

 

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