14/10/2022 – Viernes de la 28ª semana de Tiempo Ordinario

 

Oh Jesús, deseo atraer las almas a la Fuente de Tu Misericordia para que tomen la vivificante agua de vida con el recipiente de la confianza.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:

«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.

Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en recámaras se pregonará desde la azotea.

A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.

Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.

¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo se olvida Dios.

Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.

No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».

Palabra del Señor
 

Del Diario de Santa Faustina, 1489.

«El alma: Oh mi Señor misericordioso, hay secretos en mi corazón de los cuales no sabe ni sabrá nadie fuera de Ti, porque aunque quisiera decirlos nadie me comprendería. Tu representante sabe algo, dado que me confieso con él, pero tanto cuanto soy capaz de revelarle de estos secretos, lo demás queda entre nosotros por la eternidad, ¡oh Señor mío! (94) Me has cubierto con el manto de Tu misericordia perdonándome siempre los pecados. Ni una sola vez me has negado Tu perdón, sino que teniendo compasión por mi, me has colmado siempre de una vida nueva, la vida de la gracia.  Para que no tenga dudas de nada, me has confiado a una cariñosa protección de Tu Iglesia, esta madre verdadera, tierna que en Tu nombre me afirma en las verdades de la fe y vigila que no yerre nunca. Y especialmente en el tribunal de Tu misericordia mi alma experimenta todo un mar de benevolencia. A los ángeles caídos no les has dado tiempo de hacer penitencia, no les has prolongado el tiempo de la misericordia. Oh Señor mío, en el camino de mi vida has puesto a unos sacerdotes santos que me indican una vía segura. Jesús, en mi vida hay un secreto más, el más profundo, pero también el más querido para mi, lo eres Tu Mismo bajo la especie del pan cuando vienes a mi corazón.  Aquí está todo el secreto de mi santidad. Aquí mi corazón unido al tuyo se hace uno, aquí ya no hay ningún secreto, porque todo lo Tuyo es mío, y lo mío es Tuyo. He aquí la omnipotencia y (95) el milagro de Tu misericordia. Aunque se unieran todas las lenguas humanas y angélicas, no encontrarían palabras suficientes para expresar este misterio del amor y de Tu misericordia insondable.  Cuando considero este misterio del amor, mi corazón entra en un nuevo éxtasis de amor y Te hablo de todo, Señor, callando, porque el lenguaje del amor es sin palabras, porque no se escapa ni un solo latido de mi corazón.  Oh Señor, a pesar de que Te has humillado tanto, Tu grandeza se ha multiplicado en mi alma y por eso en mi alma se ha despertado un amor todavía más grande hacia Ti, el único objeto de mi amor, porque la vida del amor y de la unión se manifiesta por fuera como: pureza perfecta, humildad profunda, dulce mansedumbre, gran fervor por la salvación de las almas. Oh mi dulcísimo Señor, velas sobre mi en cada momento y me inspiras sobre cómo debo portarme en un caso dado; cuando mi corazón oscilaba entre una y otra cosa, Tu Mismo intervenías, más de una vez, en solucionar el asunto. Oh, cuántas e innumerables veces, con una luz repentina me hiciste conocer (96) lo que Te agradaba más. – Oh, qué numerosos son estos perdones secretos de los cuales no sabe nadie.  Muchas veces has volcado en mi alma fuerza y valor para avanzar.  Tu Mismo eliminabas las dificultades, para [375] de mi camino interviniendo directamente en la actuación de los hombres.  Oh Jesús, todo lo que Te he dicho es una pálida sombra frente a la realidad que hay en mi corazón. Oh Jesús mío, cuánto deseo la conversión de los pecadores.  Tu sabes lo que hago por ellos para conquistarlos para Ti.  Me duele enormemente cada ofensa hecha contra Ti. Tu sabes que no escatimo ni fuerzas, ni salud, ni vida en defensa de Tu reino.  Aunque en la tierra mis esfuerzos son invisibles, pero no tienen menos valor a Tus ojos.  Oh Jesús, deseo atraer las almas a la Fuente de Tu Misericordia para que tomen la vivificante agua de vida con el recipiente de la confianza. Si el alma desea experimentar una mayor misericordia de Dios, acérquese a Dios con gran confianza y si su confianza es sin limites, la misericordia de Dios será para ella también sin limites. Oh Señor mío, (97) que conoces cada latido de mi corazón, Tu sabes con qué ardor deseo que todos los corazones latan exclusivamente por Ti, que cada alma glorifique la grandeza de Tu misericordia».

Intención del día: 

Pidamos la gracia de glorificar la grandeza de la Misericordia del Señor y alejarnos de caminos equivocados. 

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Bendiciones y feliz día a todos, recuerden siempre: no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración (Santa Faustina Kowalska, Diario 146)

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